Parotani, nostalgia del auge del tren

Por Katiuska Vásquez – Los Tiempos – 28/06/2009

Estación de Parotani. Silencio. Vagones vacíos y carcomidos por el tiempo. La infraestructura languidece. El lodo invadió todo. Las fachadas se tornan pálidas. Los tanques son chatarra. Y como si el olvido fuera poco, ahora corre el riesgo de lotearse y convertirse en una urbanización

 Está a más de 50 kilómetros de la ciudad de Cochabamba. Hace tres décadas comenzó a decaer, apareció la carretera y luego quedó herida de muerte con la capitalización. La historia la muestra como posta importante de la Empresa Nacional de Ferrocarriles (ENFE). Era una de las principales estaciones en el tramo Oruro-Cochabamba-Aiquile. Además, el campamento vacacional capaz de acoger a 400 ferroviarios, hoy luce fantasmal y está pintarrajeado con advertencias sobre su propiedad y grafitis.

 De su pasado dorado, hoy sobreviven palmeras, ciprés, pinos y eucaliptos. A pesar de los años, están altivos y son un vestigio de la época dorada de la estación. Junto a la vegetación, se hallan en ruinas las instalaciones administrativas, el campamento labrado en madera y depósitos, indispensables para la carga.

 Los pobladores dicen  que la estación era vital para transportar las verduras de Capinota y el valle bajo, Además, llevaban ganado al occidente. Los vagones atravesaban por 20 estaciones intermedias y recorrían 400 kilómetros hasta Oruro.

 Sobrevive un par de vagones. Aún llevan inscritas la fecha de su último engrase de rodamientos: “Tupiza 1979”. Tienden a ser un cementerio de fierros. Para los pobladores, son parte inseparable de la historia de Parotani. La gente va cada fin de semana. Es el sitio de recreo y deporte más importante del pueblo.

 Una de las vecinas más cercanas cuenta que en el pasado algunos participaron del saqueo de la estación, pero hoy en día se han convertido en sus defensores. Ellos evitaron a través de las OTBs, que presuntos loteadores, entre ellos ferroviarios jubilados, consoliden un asentamiento, recientemente.

 Cuando se enteraron de que vino gente desde Itapaya y Tajra, aparentemente a lotear la estación, la población se reunió para defenderla. Al ver todo eso, los presuntos loteadores respondieron que ellos sólo hacían una limpieza y se marcharon.

 El dulce de los loteadores

 Alrededor de la estación se puede encontrar un cerco de palos, levantado por los loteadores y hecho con algarrobos arrancados de la estación. Después de que echó a los forasteros que pretendían asentarse, limpió el lugar pero no sabe hasta cuándo se podrá contener a los avasalladores y la mancha urbana que cada vez esta más cerca de los rieles.

 “La estación quedó desmantelada, estaba deshabitada y no había gente ni en los alrededores”, contó el periodista Gustavo Villarroel, uno de los últimos que recorrió el lugar en 2002.

 Agregó que el abandono y el hecho de que la estación pertenezca al Estado provocan que muchos vuelquen su mirada en los terrenos con pretensiones de urbanizarla. “Si no hay una decisión de la Prefectura o el Gobierno está destinada a ser urbanizada”, comentó Villarroel.

 Hay alternativas para reactivar el ferrocarril con fines turísticos o utilizar la infraestructura, emplazada a lo largo de un kilómetro, para un museo o un campamento deportivo, pero, por ahora está bajo el amparo de los pobladores.

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