Un día salió del pueblo con su humilde valija, consistente en un bolso deportivo en el que no olvidó poner sus cachos de futbolista. Estaba decidido a triunfar o morir en el intento. Al poco tiempo comenzó a trabajar como cartero en Cochabamba y llegó a ser el Director General de los Correos de Bolivia. En ese momento cumplió sus sueños y la promesa que hizo a su madre al dejar Capinota.
No fue fácil la vida para Mario Rosales Rocabado, quien sólo tenía su inteligencia y una voluntad férrea para avanzar hacia el logro de sus objetivos. Desde el momento en que comenzó a trabajar se enamoró de su trabajo y de la empresa de correos, a la que dedicó los mejores años de su vida y en la que pasó los mejores de ella, según lo comenta él mismo en el libro que publicó contando todos los avatares de su carrera profesional de casi 40 años.
Macucho, como era conocido en su pueblo, no cesó de aportar y subir las escalas de la jerarquía institucional desde el momento en que empezó a trabajar. En esa carrera ocupó casi todos los cargos posibles, fue Interventor de Correos en Uyuni, Inspector Nacional de Correos, Jefe del Departamento de Transportes, Administrador de Correos en Tarija, Administrador de Correos en Santa Cruz, Director Nacional de Capacitación, Administrador Principal de Correos de La Paz, antes de ocupar el cargo máximo de la institución.
Su catapulta más importante fue la creación de los correos expreso Ultima Hora, basados en el servicio de flotas, y que tenían en su inicio más de imaginación y buena voluntad que de base técnica, aunque ya mostraban algunas características de los temas que le preocupaban: la eficiencia y la rapidez. Desde entonces siempre estuvo apuntalando y mejorando los servicios expresos para servir mejor a los usuarios, al tiempo de no doblegar a su institución ante el embate de los nuevos correos de origen transnacional como Federal Express, DHL y otros, que golpearon duramente a los tradicionales, inseguros y lentos correos nacionales. En esa marcha no desmayó en el mejoramiento del Correo Expreso y de los EMS (Express Mail Service) que ahora dan la cara de modernidad de nuestros correos nacionales.
Tanto por su experiencia personal como la del conjunto de los trabajadores postales, una de sus mayores preocupaciones fue siempre su capacitación, la del resto de los recursos humanos y la tecnificación de los servicios. De manera personal no perdió oportunidad para capacitarse contínuamente. Se recibió como Técnico Postal de Nivel Medio en Buenos Aires y, desde entonces, siguió formándose en cursos, talleres y seminarios en diferentes países del mundo, principalmente: Brasil, USA, Costa Rica y Paraguay. Lo aprendido fuera del país fue siempre objeto de réplica para el resto de los trabajadores con los que tenía relación de trabajo.
Comprendió en su momento que para tener un buen servicio postal era imprescindible seguir patrones y normas internacionales, por lo que no vaciló en estrechar vínculos y conseguir apoyo de los organismos internacionales que dan las pautas a los servicios de correos, principalmente la UPU (Unión Postale Universal) y la UPAE (Unión Postal de las Américas y España) con las que estuvo estrechamente relacionado durante toda su carrera. Por lo mismo, no fue un correista centrado únicamente en la fluidez del servicio interno, sino que buscó internacionalizar los servicios postales, lo que lo llevó a mantener estrechas relaciones con correos de otros países, con cuyos directivos mantenía una comunicación permanente.
En agosto de 1989 fue posesionado como Director General de Correos y, entonces, pudo culminar algunas de las actividades que lo tenían en vigilia. Siempre luchó por dar mayor autonomía al correo y dar mayor descentralización a los servicios locales. El 9 de octubre de 1990 y con la presencia del Presidente de la República, Jaime Paz Zamora, se dio la creación de la Empresa de Correos de Bolivia (ECOBOL) como Empresa Pública de Administración Descentralizada, con personalidad jurídica propia, de la cual fue su Director Fundador.
Desde ese puesto de expectativa, Macucho continuó con las tareas que siempre lo inquietaron: más eficiencia y más seguridad para los correos. Resultan anecdóticos los múltiples casos de lucha anticorrupción en los que estuvo comprometido, poniendo en riesgo su propia seguridad personal. Siguió, también, dotando de mayor comodidad e infraestructura a las oficinas de correos. Estrenó edificios en Sucre, Tarija y Villamontes y, el 20 de julio de 1992, hizo la entrega de la Casa de Correos de su pueblo natal, Capinota.
Hasta ese entonces y, para los que tienen memoria, los correos capinoteños funcionaban en la casa de la familia Castro. Fue Don David Castro el encargado del correo local por decenios, hasta el día de su muerte. Posteriormente los servicios fueron flaqueando hasta prácticamente desaparecer. La Casa de Correos fue un estímulo, pero no lo suficiente para mantener el servicio en la Provincia; pero ese es tema de otro artículo.
En su libro, Mario Rosales nos entrega su propia historia ligada a la historia de los correos de Bolivia. Está escrita en un estilo simple y coloquial, con muchas fotos que ilustran de manera muy gráfica lo que han sido los correos bolivianos en los últimos 40 años. El libro lleva el nombre de “Mi paso por el correo de Bolivia”, impreso en la Planta Gráfica de la Editorial Serrano, 2010, Cochabamba, Bolivia.