La Parroquia de Capinota fue el centro de la celebración de San Pablo, Patrono de la Provincia, en cuyo mérito la iglesia del pueblo lleva el nombre. Los organizadores fueron los miembros de la Parroquia, a la cabeza de un cura italiano, que en los últimos años realizan una activa labor pastoral.
A diferencia de otros años la celebración no se realizó propiamente el día 29, fecha de San Pedro y San Pablo, sino el sábado 26. En esa ocasión dos iglesias hermanas, la de San Pedro de Buena Vista y la de San Pablo de Capinota, celebraban con sendas fiestas a sus propios patronos.
Comenzó con una misa en la Iglesia, continuó con el traslado de la efigie del santo hacia la Casa Parroquial, acompañado de feligreses y música de instrumentos nativos, y terminó con una kermesse en dicha casa, donde se realizó un concurso de grupos autóctonos de las comunidades campesinas, al tiempo de ofrecerse para la venta bocados, api y buñuelos. El evento tuvo buena organización y estuvo amenizado por los locutores de Radio Magnal. Terminó con juego de bingo, todo para recaudar fondos destinados a la actividad parroquial.
Lo más atractivo fue el concurso de Música Nativa con la participación de los sicuris de las comunidades de Corral Mayu, Chullpani, Playa Ancha, Ornoma y Sicaya, que hicieron estremecer el ambiente con sus sonidos agudos, emitidos por antiguos sicuris, de formato pequeño. Los sicuris se han modernizado y han dado lugar a las zampoñas, que han crecido hasta tamaños descomunales, que permiten la emisión de sonidos graves.
Llamó la atención la participación de un grupo carnavalero autóctono de Sicaya, que con cantos traviesos seguían el monótono ritmo de una Lawata (especie de pinquillo grande) y una tamborilla de cuero pequeña. Las bailarinas estaban ataviadas con sus trajes de fiesta autóctonos.
También de manera aislada participó un acordeonista que se auto titulaba Ñaupa Cultura Pokotaika, recordando a aquellos campesinos que andaban los senderos de la Provincia tocando su acordeón o su charango como su única compañía.
Un buen recurso para estimular la música autóctona del lugar sin el uso del alcohol como estimulante de la alegría popular.