La inadecuada recolección de la basura es un problema generalizado y de alta prioridad para el Municipio de Capinota. Probablemente es el problema número uno de la década. Incumbe a la sociedad civil y a las autoridades, que poco o nada hacen para encararlo. En general existe una gran falencia de políticas públicas, nacionales, regionales y locales para la adecuada atención de la basura.
Un aspecto que se debe encarar son las malas costumbres o hábitos de la gente, que no se percata de la importancia de mantener un medio ambiente limpio. Por doquier, cada uno de los habitantes del valle de Cochabamba, y de Capinota en particular, elimina sus desechos sin ninguna consideración de respeto con el medio ambiente ni con sus propios vecinos. Envases de plástico, botellas, latas, llantas, desechos de construcción, materiales tóxicos, restos de pinturas, de baterías, pilas, juguetes viejos, materiales orgánicos, restos de comida y otros elementos son botados todos los días en las calles o en improvisados basurales, cuyo número va en incremento.
El aumento del tráfico vehicular facilita la eliminación de la basura desde los propios vehículos que viajan por cemento y en el camino se deshacen de su carga residual, incluyendo sus llantas usadas.
Las autoridades municipales tienen su aporte, tal vez el más grande en la acumulación de basura, puesto que no disponen de un sistema adecuado de recolección y tratamiento de basuras, con bases técnicas. Si bien existe un camión recolector de basuras, ésta es depositada en un espacio mal mantenido, al borde de un río, donde se crían toda clase de roedores y moscas. Las autoridades creen haber cumplido su papel con la sola recolección y amontonamiento de la basura. El depósito municipal, ubicado en la parte alta de Yatamoco, es la mayor concentración de desechos que tiene la Provincia y el mayor contaminante del río Samancha, que se une al Arque y, juntos, al Caine, simbólico río que, además, recibe toda la carga contaminante del río Rocha.
Los desechos se generan en los hogares y en las industrias. En Capinota sobresalen la industria del cemento, la minera, la de pollos, la actividad agrícola y la del transporte, como los mayores generadores de desechos, después de los hogares, que ahora están inundados por el plástico, principalmente para empaques y embotellados. Se estima que la duración en la naturaleza de los plásticos eliminados puede ser de décadas.
En la ciudad de Cochabamba se calcula que cada persona genera 500 gramos promedio de basura cada día. Si proyectamos esta cifra a Capinota, podemos estimar que cada día se producen 9.000 Kg. de basura, de los cuales el 60% es orgánica, por lo que bien podría ser destinada al compost o lombricultura.
De mayor cuidado deben ser los desechos tóxicos, cuya inventariación es una urgencia. De los 327 Municipios del país, casi ninguno cuenta con sistema de recolección separada de pilas y baterías, que son arrojadas con el resto de los residuos y van a parar a los basureros.
Se estima que en el país se importaron legalmente 2.320.285 kilos de pilas y baterías secas, para la venta en el año 2005, pero que su cantidad podría quintuplicarse por contrabando. Si únicamente consideramos la importación legal, concluimos que cada boliviano consume aproximadamente un cuarto de Kg. persona/año de estos productos. Esta cifra traslapada a Capinota nos daría un acumulado anual de cerca de 5.000 Kg. de pilas, mismas que son eliminadas sin ninguna precaución. Todas las baterías poseen, además de mercurio, metales pesados como: cadmio, plomo, zinc, litio y níquel. Según publicación de SwissContact, una sola batería plana que alimenta de energía a un reloj de pulsera puede contaminar, al degradarse, 600 mil litros de agua. El 35 % de la contaminación por mercurio en el mundo es ocasionada por las baterías que se incineran u oxidan junto a la basura doméstica. El mercurio es un metal pesado que puede trasladarse grandes distancias una vez que es emitido a la atmósfera; cuando pasa a medios acuáticos se transforma en Metilmercurio, una potente neurotoxina que es consumida por peces y otros animales que sirven de alimento a los humanos. El Metilmercurio afecta al sistema nervioso, a los riñones e hígado, ocasionando trastornos mentales y daños en el sistema motor, sistema reproductor, en el habla, la visión y el oído.
Por todo lo anotado y por muchas más razones, se hace urgente que la Municipalidad se concentre en este grave problema y sostenga políticas públicas coherentes. Una de ellas es manejar con responsabilidad social y con criterio técnico el botadero de su responsabilidad.